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EL COSTE DE LA INACCIÓN DIRECTIVA

  • Foto del escritor: José Navalpotro
    José Navalpotro
  • 10 ago
  • 4 Min. de lectura

Seguro que, como muchos directivos, estás pensando en como arrancar y desplegar todo este embolado de la IAG en tu Colegio. Cómo se puede desplegar con sentido, cómo podemos hacer entender a las familias de la importancia de este nuevo reto que hay que afrontar juntos ... Esta reflexión, que ya inicié hace muchos meses atrás, ha puesto en marcha el PROTOCOLO DE USO ÉTICO DE LA IAG PARA UN CENTRO EDUCATIVO. 


Han sido sesiones de trabajo y reflexión que han dado la propuesta esperada y muy necesitada por muchos centros escolares y equipos de dirección. Y ahora es el momento de la acción. No dejes pasar la oportunidad de una formación en su implementación por nuestros especialistas, te aseguro que no te arrepentirás.



La Inteligencia Artificial Generativa (IAG) ya está en nuestras aulas de una manera integrada. Y no está como promesa o propuesta, sino como herramienta diaria. Algunos colegios y directivos han sabido anticiparse: han diseñado protocolos claros, han formado a su profesorado y han alineado la tecnología con su proyecto pedagógico. Otros, en cambio, todavía están observando y reflexionando que hacer con todo este campo de acción directiva estratégica.


El Observatorio de Inteligencia Artificial Educativa (OIA), brillantemente liderado por Miquel Flexas y su equipo de innovación docente en IAG,   acaba de presentar su Protocolo de Uso y Ética de la IAG en un centro educativo, una guía que no se limita a advertir riesgos, sino que ofrece una hoja de ruta concreta para usar la IAG con responsabilidad, seguridad y propósito.


Pero antes de leer o aplicar cualquier documento, hay tres preguntas - con algún atisbo de respuesta - que, como directivo, deberías hacerte hoy mismo, para entender esta nueva necesidad que nos surge:


1. ¿Dispone mi Colegio de un protocolo claro, conocido y aplicado por todos, que regule el uso de la IAG en línea con principios éticos y legales?


Un protocolo no es un archivo olvidado en una carpeta digital. Es un compromiso vivo, entendido por docentes, alumnado y familias, y que significa que todos saben qué se puede y qué no se puede hacer con la IAG, cómo proteger la privacidad y qué responsabilidades asume cada parte.


2. ¿Estoy formando a mi profesorado, de manera estratégica y estructurada, para integrar la IAG como herramienta pedagógica real y no como un recurso improvisado?


La IAG sin formación es como dar un coche de alta gama a quien no sabe conducir. No basta con enseñar “qué botones pulsar”; hay que capacitar para diseñar actividades, evaluar aprendizajes y desarrollar el pensamiento crítico de los alumnos. La formación no puede ser un taller aislado: debe ser un plan estratégico y progresivo.


3. ¿Puedo demostrar que el uso actual de la IAG en mi centro está fortaleciendo el pensamiento crítico, la creatividad y la integridad académica de nuestros alumnos?


El éxito no se mide por cuántos chats o imágenes genera el alumnado, sino por si la herramienta está mejorando su capacidad para pensar, crear y respetar las normas éticas. Esto exige evaluar el impacto, no sólo implantar la tecnología.


El coste real de la inacción


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No responder de forma afirmativa a estas tres preguntas no significa simplemente “vamos con retraso”, sino algo más grave: implica dejar que la IAG se instale en el colegio sin dirección, sin criterios y sin salvaguardas. Esa ausencia de liderazgo tiene consecuencias profundas:


Pérdida de control pedagógico


Sin un protocolo institucional, cada docente establece sus propias reglas de uso, generando un mapa caótico donde la experiencia de aprendizaje depende del azar.La IAG se convierte en un recurso más para “resolver rápido” en lugar de un instrumento para aprender mejor. El centro pierde coherencia metodológica y no puede garantizar una línea educativa común.


Erosión de la integridad académica


Alumnos entregando trabajos generados por IA sin supervisión ni transparencia, lo que desvirtúa la evaluación. Se normaliza el “atajo” frente al esfuerzo personal, debilitando valores como la honestidad, la perseverancia y el mérito. El profesor pierde referencias claras para diferenciar el trabajo auténtico del producido por la máquina, afectando su capacidad de orientar y corregir.


Riesgos legales y reputacionales


Sin medidas de protección de datos, cualquier interacción con la IAG podría exponer información sensible del alumnado o del personal. Un incidente de este tipo no solo puede acarrear sanciones legales, sino erosionar la confianza de las familias, especialmente en entornos educativos donde la reputación es un activo crítico. Los medios de comunicación o redes sociales amplifican cualquier fallo, dañando la imagen institucional en cuestión de horas.


Desigualdad interna y brecha formativa


Algunos docentes integrarán la IAG con creatividad y éxito, mientras otros la evitarán por desconocimiento o inseguridad. Esto crea una brecha interna: estudiantes que aprenden a usar la tecnología de forma crítica frente a otros que apenas la tocan, reproduciendo desigualdades de oportunidades. La falta de un plan común convierte el potencial de la IAG en un privilegio de pocos en vez de un derecho de todos los alumnos.


Desconexión con el futuro


Los alumnos saldrán del colegio sin las competencias necesarias para interactuar con IA de forma crítica, ética y productiva. No estarán preparados para un mercado laboral y un entorno social donde la IA será ubicua. El Colegio corre el riesgo de convertirse en una institución anclada en el pasado, perdiendo atractivo para familias que buscan un proyecto educativo alineado con los retos del siglo XXI.


Nuestro protocolo como oportunidad


El Protocolo de Uso y Ética de la IAG del OIA ofrece cinco pilares para evitar estas consecuencias:


  • Uso responsable y supervisado

  • Protección de datos y privacidad

  • Fomento del pensamiento crítico

  • Integridad académica

  • Formación continua del profesorado


Responder “sí” a las tres preguntas y alinearse con estos pilares no es una opción cosmética: es un acto de liderazgo real. La cuestión es: ¿estamos listos para responder “sí” a las tres? Porque si no lo estamos, el riesgo no lo genera la IAG… lo generamos nosotros, como directivos, al no actuar cuando aún estamos a tiempo.


SI QUIERES TENER NUESTRO PROTOCOLO Y REALIZAR TALLERES DE FORMACIÓN PARA SU IMPLEMENTACIÓN, BUSCANOS EN LA PÁGINA WEB 


 
 
 

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