EL ARTE DE PREGUNTAR : UN NUEVO ESCENARIO EN EL AULA DE LA IAG
- José Navalpotro

- 3 ago
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Y este nuevo escenario nos cambia el guión. Hace unos días hablaba con un buen amigo director y su hijo - que se está iniciando en esto - sobre como la IAG va a condicionar el desarrollo y la dinámica de nuestras aulas.
La nueva función directiva en el entorno pedagógico, se presenta como un gran reto en todos los Colegios y Universidades del mundo… un escenario que hay que saber acometer y donde la dinámica de la clase, el aula o como queramos llamarlo, cambia de forma radical para siempre. Por supuesto, un nuevo ámbito de formación del profesorado sale a escena.
Durante siglos, la inteligencia se ha medido por la capacidad de dar respuestas. Saber responder con rapidez, exactitud o elocuencia ha sido un signo de dominio del conocimiento. En la escuela, en los exámenes, en las entrevistas, en los debates… la destreza para contestar era la llave del reconocimiento y del progreso.
Pero hoy, algo ha cambiado. Y no es un pequeño giro, sino un desplazamiento radical del eje educativo. Con la irrupción de la inteligencia artificial generativa (IAG), las respuestas ya no son patrimonio exclusivo del que estudia o del que sabe. Las respuestas están a un clic de distancia, generadas en segundos por algoritmos entrenados para resolver, sintetizar y ofrecer resultados inmediatos.
En este nuevo contexto, la pregunta recobra protagonismo. Porque ahora, lo verdaderamente decisivo no es qué respuesta das, sino qué pregunta eres capaz de formular, y reformular.
Del saber responder al saber preguntar
La educación tradicional, basada en la acumulación y reproducción de conocimientos, entra en crisis cuando la IAG puede ofrecer, con asombrosa eficiencia, definiciones, resúmenes, argumentos, traducciones, esquemas o análisis. Si enseñar sigue siendo, simplemente, transmitir respuestas, la IA nos sustituirá con rapidez.
Pero si educar significa enseñar a pensar, a discernir, a interpretar, a cuestionar… entonces el papel del profesorado se vuelve más relevante que nunca. Porque la IAG podrá responder, pero no sabe lo que importa, no sabe lo que está en juego, no tiene intuición ni ética, ni historia personal, ni contexto social.
Por eso, en esta nueva etapa, la diferencia la marca quien sabe preguntar: quién sabe qué quiere saber, por qué lo quiere saber, cómo lo puede saber mejor, y qué consecuencias tiene esa búsqueda. Y esto vale tanto para el alumnado como para el docente.
El aula como espacio mayéutico
Siempre me hubiera gustado vivir en tiempos de Sócrates. Siento que la realidad para aprender se conectaba con una de las raíces más profundas de la tradición educativa: la mayéutica socrática. Sócrates no enseñaba respuestas, sino que guiaba a sus interlocutores con preguntas cada vez más incisivas. No ofrecía soluciones, sino que acompañaba procesos de descubrimiento. Su metáfora preferida era la del parto: el pensamiento debía

"darse a luz" desde dentro, no ser impuesto desde fuera.
Hoy, en nuestras aulas, esa actitud mayéutica se vuelve imprescindible.
Los alumnos ya no necesitan que les demos respuestas que pueden obtener por sí mismos en segundos. Lo que necesitan es alguien que los ayude a pensar mejor lo que reciben, que les enseñe a desconfiar de lo inmediato, que los entrene en el arte de distinguir entre información y comprensión.
Y eso implica convertir el aula en un espacio de diálogo, de cuestionamiento, de pensamiento crítico, donde el docente no es solo quien enseña, sino quien provoca, quien orienta, quien desafía con preguntas bien formuladas, incómodas a veces, pero profundamente educativas.
La pregunta como competencia DOCENTES
En este nuevo escenario, saber preguntar se convierte en una competencia clave, tanto para el docente como para el alumno. No se trata de hacer preguntas al azar, sino de:
Formular preguntas que abran caminos, no que los cierren.
Usar las respuestas de la IA como puntos de partida, no como puntos finales.
Aprender a detectar sesgos, faltas de rigor, simplificaciones en lo que nos devuelve la máquina.
Vincular las preguntas con contextos reales, dilemas éticos, aprendizajes significativos.
Para ello, el profesorado necesita una formación distinta: no solo tecnológica, sino filosófica, pedagógica, metacognitiva. No basta con enseñar a “usar” la IA, hay que enseñar a dialogar con ella, y para eso se necesita pensamiento profundo y lenguaje preciso.
La pregunta es, entonces, la herramienta que nos humaniza frente a una tecnología que automatiza. Es lo que convierte la interacción con la IA en un ejercicio de reflexión y no en una dependencia pasiva. Y es, sobre todo, la expresión más alta del deseo de comprender, algo que ninguna máquina puede emular.
Un nuevo rol para el profesorado
Y este cambio de paradigma no resta valor al docente. Al contrario, lo coloca en el centro del proceso educativo, pero con un nuevo rol: el de acompañante del pensamiento, el de arquitecto de preguntas, el de creador de escenarios donde los estudiantes puedan explorar, equivocarse, contrastar, redefinir sus hipótesis y crecer.
Se trata de pasar de planificar respuestas correctas a diseñar preguntas potentes. De transmitir conocimientos a entrenar miradas. De resolver tareas a provocar procesos mentales y éticos de calidad. En definitiva, se trata de educar en el pensamiento, no solo en la información.
Mi conclusión: una pedagogía del diálogo en la era digital
En un tiempo donde la inteligencia artificial generativa responde, el desafío humano está en volver a preguntar con profundidad. Recuperar la mayéutica no es un gesto nostálgico, sino una estrategia revolucionaria para educar en un mundo saturado de datos y falto de sentido.
Porque solo quien pregunta de verdad está vivo intelectualmente. Y porque solo a través de las preguntas nace el pensamiento auténtico.
La escuela del futuro —que ya está entre nosotros— no será la que tenga las mejores respuestas, sino la que forme a personas capaces de formular las preguntas adecuadas.
Y en esa escuela, el profesor será, más que nunca, un maestro socrático del siglo XXI.
“ La gran pregunta para hacerse es: ¿ ha merecido la pena que mis alumnos vengan hoy a mi clase? “
Nos vemos en las redes¡¡¡










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