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IA GENERATIVA O IA "DEGENERATIVA": PROXIMOS ESCENARIOS QUE VIENEN Y QUE HABRÁ QUE ACOMETER DESDE LA DIRECCIÓN

  • Foto del escritor: José Navalpotro
    José Navalpotro
  • hace 12 minutos
  • 6 Min. de lectura

Otro curso que se acaba. Apasionante, veloz y lleno - como siempre - de grandes retos para todos los que amamos esta fantástica profesión y vocación.


En estos últimos meses, he sentido que muchas conversaciones en los claustros empiezan con asombro, continúan con incertidumbre y acaban con una pregunta cargada de honestidad: ¿Y ahora qué hacemos con esto? Ese “esto” es la inteligencia artificial generativa, que llegó con la velocidad de una tormenta y se instaló como un huésped incómodo pero necesario en nuestras aulas. Algunos aún intentan ignorarlo; otros han empezado a integrarlo. Pero lo que está claro es que no hay marcha atrás.

Y aquí empieza el verdadero reto.


De lo “generativo” a lo “degenerativo”: cuando la tecnología vacía el pensamiento


Las herramientas de IA generativa, sobre todo en las que nuestra intervención reflexiva se ve mermada, son capaces de construir textos brillantes, resolver ejercicios complejos, incluso simular diálogos filosóficos. Su potencial es, sin duda, extraordinario. Pero, como como todos sabemos, ese mismo potencial puede convertirse en un riesgo cuando no está acompañado de un proceso cognitivo guiado. Porque una cosa es que la IA genere… y otra muy distinta es que el alumno comprenda, integre, cuestione lo que se ha generado.

Ahí es donde aparece la frontera entre la IA generativa y la IA “degenerativa”.


Cuando los alumnos se limitan a copiar, pegar y presentar como suyo un contenido que no han comprendido, no sólo no están aprendiendo: están desaprendiendo. Están perdiendo la oportunidad de construir su propio pensamiento. Y lo peor es que lo están haciendo justo en la etapa vital donde más necesitan desarrollar su juicio, su autonomía y su sentido crítico. La IA no los está empoderando, los está sustituyendo. Y eso —desde una perspectiva pedagógica— es un riesgo silencioso pero profundo, llegando a la posibilidad de ser invadidos por un sedentarismo cognitivo que asoma sus fauces de forma peligrosa en miles de mentes de  jóvenes - y nos tan jóvenes -  .


Así que cuidado con esta degeneración cognitiva silenciosa.  Hoy un alumno puede presentar un trabajo impecable sin haber elaborado una sola idea propia. En el fondo, estamos generando una cultura académica “de superficie”, donde lo que importa es el texto final, no el camino recorrido. Y ese “camino” es donde se fragua la capacidad de análisis, el pensamiento crítico y la madurez intelectual. Si no corregimos esta tendencia, pasaremos de IA generativa a IA degenerativa, con estudiantes que escriben sin comprender, argumentan sin pensar y deciden sin criterio.


He estado viendo un informe elaborado por GAD3 y Empantallados (https://empantallados.com/habilidades-ia/ ) que refleja un dato demoledor: más del 50% de los estudiantes cree que su centro no les está preparando adecuadamente para entender y utilizar estas herramientas. Pero la autocrítica no termina ahí. El mismo informe indica que los padres y profesores también se sienten desbordados, sin una formación específica y sin una hoja de ruta clara.


¿ Te sorprende ? A mí no.


Vivimos una aceleración tecnológica que ha desbordado los marcos organizativos tradicionales. Mientras la IAG evoluciona a velocidades exponenciales, nuestra cultura institucional sigue anclada en estructuras lineales, burocráticas, y a menudo poco ágiles. Esto genera un desajuste profundo entre lo que sabemos que deberíamos hacer y lo que, en la práctica, somos capaces de acometer. Y ese “gap” es el que hoy desestabiliza a muchos equipos directivos.


El liderazgo escolar ante un nuevo imperativo

No es la primera vez que lo digo, ni será la última: los directivos escolares ya no somos meros gestores. Somos arquitectos de futuros posibles. Y este momento nos exige pensar con lucidez y actuar con valentía. Esta idea se asienta en mi discurso con más fuerza cada día que pasa, y cada día que me pongo a trabajar con Colegios y con equipos de dirección que están iniciando el proceso de implementación estrategia de la IAG en sus centros educativos.


Tenemos la responsabilidad de replantear profundamente la arquitectura pedagógica de nuestros centros, y ser conscientes que la tecnología - y en concreto la IAG -, nos obliga a desplegar las siguientes  líneas de trabajo estratégico:


1. Redefinir las estrategias de evaluación: pasar del “producto” al “proceso”

La IAG nos invita a ir más allá de la simple entrega de trabajos o exámenes finales. Evaluar el proceso implica valorar la evolución del pensamiento, la toma de decisiones, la interacción con herramientas digitales y la capacidad de autorregulación del alumno. Esto requiere instrumentos como rúbricas formativas, portafolios digitales, diarios de aprendizaje y retroalimentación constante. Así, se prioriza el crecimiento sobre el resultado, fomentando una cultura de aprendizaje continuo.


2. Desarrollar competencias docentes centradas en el diseño de tareas significativas con IAG

No se trata de usar la IAG por moda, sino de integrarla con sentido pedagógico. Los docentes deben ser capaces de diseñar tareas que inviten al alumno a investigar, crear, analizar y reflexionar con el apoyo de herramientas de IAG. Esto exige un enfoque en el “cómo” y el “para qué” se usa la tecnología, favoreciendo aprendizajes activos, interdisciplinares y alineados con los desafíos del mundo real.


3. Establecer protocolos internos sobre uso ético y seguro de estas herramientas

Las instituciones deben construir marcos claros que orienten a docentes, estudiantes y familias en el uso de la IA. Esto incluye la protección de datos, la transparencia algorítmica, la autoría intelectual y el fomento del pensamiento crítico frente a los sesgos. Los protocolos deben ser accesibles, consensuados y revisables, acompañados de formación específica para toda la comunidad educativa.


4. Invertir en entornos digitales propios, seguros y culturalmente adecuados

Es fundamental apostar por infraestructuras tecnológicas que estén alineadas con los valores de nuestro proyecto educativo. Esto implica no depender exclusivamente de plataformas externas, sino desarrollar ecosistemas digitales que protejan la privacidad, respeten la identidad institucional y ofrezcan herramientas adaptadas al contexto pedagógico, lingüístico y cultural de nuestro colegio. 


Nuestro Observatorio de IAG está en ese proceso, pasando de informar a colaborar en la construcción de herramientas para los Colegios que permitan esos entornos conocidos, seguros y controlados.


5. Acompañar al profesorado en su transición hacia un nuevo rol: el de guía del pensamiento

La irrupción de la IA no elimina al docente, lo revaloriza, pero sobre todo, lo reposiciona en su función educativa y pedagógica. Pero exige una transformación: dejar de ser transmisores de contenidos para convertirse en entrenadores del juicio crítico, mediadores del conocimiento y arquitectos de experiencias de aprendizaje. 

Este cambio debe ir acompañado de tiempo, mucha formación, confianza institucional y espacios de reflexión colectiva.


Una IAG sin mediación humana es como un río sin cauce: se desborda. Necesitamos guiar a nuestros alumnos en cómo usarla con sentido, con ética y con propósito. Y también necesitamos regulación. No sólo por la privacidad de los datos —un tema ya preocupante en sí mismo—, sino porque estamos delegando buena parte del proceso educativo en herramientas opacas, muchas veces diseñadas con lógicas comerciales antes que pedagógicas, por eso el control debe ser muy riguroso.


El futuro no es tecnológico, es pedagógico

Quizá lo más paradójico de esta revolución es que nos está llevando de vuelta a las preguntas esenciales de siempre: ¿Qué significa aprender? ¿Qué queremos que nuestros alumnos sean capaces de hacer con lo que saben? ¿Qué tipo de personas queremos formar?


Y ahí está, en realidad, la clave de todo. Porque la IAG no sustituirá al docente. Ni hoy, ni mañana. Lo que sí va a exigir - como comentaba más arriba - es un nuevo tipo de profesional educativo: más reflexivo, más estratégico, más consciente del impacto de cada decisión metodológica. Profesores capaces de integrar lo tecnológico sin renunciar a lo humano. 


Pero, sobre todo, directivos y equipos de dirección capaces de diseñar ecosistemas educativos que abracen este futuro tan disruptivo, sin perder la esencia humana, ahí está la gran partida que tendremos que asumir.


A modo de cierre - o de apertura -

Como en tantas encrucijadas históricas, no hay respuestas simples. Somos conscientes del gran cambio de época que estamos viviendo en numerosos aspectos - espero que Mr. Trump no acelere lo que nadie desea - , pero hay una certeza: ignorar lo que está ocurriendo nos dejará en manos de algoritmos que no preguntan por el alma, ni por el sentido, ni por la verdad.


El verdadero reto no es dominar ChatGPT o escribir mejores prompts. El verdadero reto es replantear la educación y nuestros proyectos educativos, pedagógicos y estratégicos como un proceso de construcción interior, en diálogo con una tecnología poderosa pero ciega.


¿IA generativa o degenerativa? Dependerá del liderazgo que sepamos ejercer. Ahí estará el arte de cada uno de nosotros y de nuestros equipos.

Nos vemos en las redes¡¡¡

 
 
 

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